sábado, 23 de diciembre de 2017

Arte

Tengo la mente impregnada de vos, de tu manera de pensar, de tu arte.
Y llenas mis bolsillos de fantasías, de una dulzura perversa que sólo tu piel puede generar.
Quiero apagar la luz y que sólo me iluminen tus oscuros y enormes ojos pidiendome más y volviendote insaciable. Que me ates a tu boca y me anudes en cientos de besos.
Que me mires, muy a tu manera, buscandome, suduciendome, provocando que te robe un beso y te muerda la boca. Y que de golpe esa mirada provocativa se vuelva una debilidad para mis deseos.
Deseos que se alborotan cuando me fotografias y posas tu mirada sobre mi piel.
Quiero que seas el interprete de mis gemidos, mientras tus dedos hacen un mosaico de mi piel.
Hacerte desear hasta hacer llegar al límite tus instintos, y cuando tu cuerpo me lo diga, entregarme.
Que busques en mi piel mi debilidad, y puedas lentamente hacerla propia.
Jugar con tu pelo una y otra vez,  mientras mis dientes se expresan en tu boca, y tus ganas me pidan al oído que no me detenga.
Que me fotografies desnuda, directo con el lente de tu mirada.
Quiero que tu inocencia y tus fantasías más escondidas, las descubran sólo mis sábanas.
Que nuestros deseos duerman juntos.

M. C.

martes, 21 de noviembre de 2017

Límites

¿Qué me limita? Me limita no poder llegar a su boca. Que su ombligo no roce el mío. Que su voz no acaricie mi oído.
Me limita no ser lo que creí que iba a ser un día. A verme hoy de una manera que no creí imaginar.
Me limita mi cuerpo. Mi cabeza. Mis miedos. Mi dolor. Mis fantasmas.
Me limita esa palabra, 'limite'. Sus sonidos. Sus consecuencias. Su inmensidad.
Me limita mi futuro. Mi pasado. Mi presente. Mi tiempo.

viernes, 27 de octubre de 2017

Heridas

El tiempo a veces remueve heridas, las descose, las infecta, las inunda de bacterias, las vuelve a abrir y las deja en carne viva.

A veces tan sólo las cicatriza a medio camino, las cubre de una ligera costra, que ante cualquier roce, vuelven a sangrar.

A veces el tiempo sólo aligera el dolor profundo, y uno vive con una pequeña molestia, pero que no se olvida, que no se deja de sentir, que se vuelve parte de nosotros, de nuestro ser, y termina siendo más insoportable.

Y a veces se adormece, se tapa de piel, de gasas y de olvido.


M. C.

martes, 24 de octubre de 2017

Mar

Tiene un cúmulo de sentimientos debajo de su piel, encerrados que no puede sacar.
Vomita palabras, sobretodo de noche. O viajando. O pensando en él.
Se conoce. Se pregunta. Se culpa. Se cuestiona. Se castiga. Se quiere.
Tiene defectos, que va dejando en personas. Y tiene virtudes, que también va dejando en algunos pero como marcas.
Suele saber abrir a las personas, que luego escapan por miedo a conocerse.
Desea que se cumpla algún deseo de los que pide para su cumpleaños, de los cuales siempre uno lo incluye, aún cuando no lo conocía.
Escribe lo que siente, lo que le pasa, y no puede no nombrarlo, porque ya es parte de ella.
Tiene miedos. Le tiene miedo a sus miedos. Le tiene miedo a temerle a temer.
Es fuerte en su debilidad. Tiene un cuerpo débil pero una gran fortaleza con la cual sostener esos huesos.
No tiene religión, pero la voz de él se volvió su rezo.
Tiene poco y nada, pero da más de la mitad cuando ama.
Desde que lo conoció no puede más que respirar flores.
Jugó en varias oportunidades con la muerte, pero siempre le hizo jaque mate.
A veces el tiempo le corre en slow.
Sabe esperar, está acostumbrada.
Tirarse en su abismo sin mirar, para ella es magia.
Es mar, nunca deja de preguntar, nunca deja de sonar.

M. C.

lunes, 9 de octubre de 2017

Somos

Somos un instrumento de alguien más.
Eso que sentimos en el pecho cada vez que las personas que queremos sonrien.
Somos una huella en la vida de alguien.
Un suspiro, una ola, un montón de adiós.
Somos lo que no esperamos y lo que siempre esperamos a la vez.
Somos un beso que alguien espera. 
Pero también un beso que alguien rechaza.
Los que nos enojamos para no llorar. 
Un puñado de la nada misma.
Somos lo que hacemos cuando nos quieren, y lo que no podemos dejar de querer.
La melodia de una canción sorda.
Somos ese dolor profundo del que aprendimos.
Somos lo que hacemos aún cuando tenemos miedo. Y a veces lo que no nos animamos a hacer. 
Somos ese resto que queda después de que nos lastiman fuerte.
Somos todo eso que no decimos, por cobardia, por ignorancia, por orgullo. Por. 
A veces también los más fuertes somos los que más golpes recibimos.

M. C. 

domingo, 24 de septiembre de 2017

Me miraba

Estaba un poco rota, en pedazos, con dolor en la piel, que había cicatrizado pero no del todo.
A veces uno se golpea tan fuerte que ni el tiempo cura, sólo ayuda a rearmarte un poco. Así estaba, esperando rearmarme de nuevo. Integra.
Y sin esperar, pero tal vez esperandolo, apareció.
No le di demasiada importancia, era alguien más con bonitas palabras.
La primera fue 'A veces siento que te quiero', '¿Por qué?' pregunté. 'Porque sos magia' respondió.
Pocas veces me dijeron algo tan simple y tan bello a la vez.
Comenzamos a conocernos, entre palabras, y un día me dijo 'Siento que no estás mal por él, que venis acá a hacer reir pero eso que decis no te hace reír a vos, que lo usas para escapar, como yo' y mágicamente se volvió especial para mi.
Cómo y de qué manera pudo definirme y describirme, sin conocerme, sin saber de mi dolor, mi lucha y mi cansancio.
Empecé a quererlo, a desearlo.
Iba conociendo más de él, sus gustos, sus talentos, su sensibilidad, su inteligencia, su arte, su dolor, sus virtudes, sus demonios, sus defectos. Y más lo deseaba. Más quería amarlo. Más me iba rearmando. Más miedo me daba.
Me miraba sin verme, a través de mis palabras, mi voz y mi dolor.
Me miraba como jamás me habían mirado, y eso para mi era una forma única de quererme.
Se fue, abandonó mi voz y mis ganas.
Y no quiero pensar por qué, cómo ni cuándo. No quiero pensar que tal vez fue un sueño. No quiero pensar que tal vez me lo inventé. No quiero pensar que tal vez me lo inventó.
Sólo me quedo con cada una de sus melodias, de sus lineas de amor, de sus ganas de hacerme suya, de sus ganas de que lo cuide de él mismo.
Porque aprendí un millón de luces con él, aunque hoy los pedazos de mi, se multiplicaron.

 M. C. 

jueves, 21 de septiembre de 2017

Ese algo

Sentirse como
Ese beso que nunca rozó tus labios.
Esa palabra de aliento que no supieron darte.
Ese miedo a triunfar que nunca fuiste capaz de vencer.
Esa fantasía que no te animaste a cumplir.
Esa persona que no supo acompañarte.
Ese gusto que nunca te diste.
Esa despedida que nunca se concretó.
Ese abrazo tan deseado que no llegaron a darte.
Ese viaje que no pudiste recorrer.
Ese trabajo que tanto anhelabas y no obtuviste.
Ese mensaje que nunca llegó.
Ese llanto desconsolado que no te permitiste.
Ese sueño que no supiste realizar.
Ese duelo que nunca terminaste de hacer para poder soltar.
Esa noche de lujuria que te quedó en la piel sin satisfacer.
Ese perdón que por orgullo no obtuviste.
Esa canción que nunca te dedicaron.
Ese permitido que no te diste únicamente por culpa.
Ese rio que no lograste cruzar.
Esa buena salud que nunca pudiste tener.
Esos ojos que nunca volvieron a mirarte así.
Ese hijo que no pudiste traer al mundo.
Esa decepción que no lograste superar.
Esa boca que no te volvió a llenar de mariposas el estómago.
Ese ego que nunca supiste dónde habitaba.

Ese algo que no esperabas ser.

M. C.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Culpable

Tengo enojo, rabia, impotencia. Tengo reprimidas las lágrimas.
El dolor en el pecho, abre el alma y la parte en pedazos desiguales, pero que todos le pertenecen.
Y hablo de él, pero no para él, porque la decepción me obliga a retraerme, a alejarme a diez pasos. A cien corazonadas. A mil abrazos.
Y quiero llorar, quiero gritar, quiero no ser ésto. Y hoy digo, rehén del enojo, querer no haberlo conocido. Querer olvidar su voz, sus palabras, sus manos, la intimidad, los secretos, su boca, su sonrisa perfecta, su manera de hacerle mimos a mis defectos. Las ganas de amarnos.
Hoy estoy seca, árida, frágil, sucumbida por los nervios y la angustia. Completa y llena de vacío, de una ilusión hecha añicos.
Y ya no quiero su mano. Su mano que me llevó al paraiso y frente al abismo de golpe me soltó, sin importar nada. Dejando caer sueños, ilusiones, palabras, caricias, comprensión, dolor.
Yo soy culpable, de muchas cosas, de haberme equivocado, de apurarme, de tener miedo, de insistir, de querer curar. Pero a veces también me siento culpable de haberme dejado seducir por su voz, su inteligencia, tu particular modo de observar.
De caer en la seducción de una mentira.

M. C.

martes, 12 de septiembre de 2017

Ganas de vos, sólo vos.

Me encantaría que cualquier rincón de mi cama sea tu hogar. Y que cualquiera de tus canciones me haga un hueco en tus sábanas.
Las ganas que tengo de verte reír y llenarte el alma de mimos, no te las explico ni en mil canciones.
Porque te dije mis peores defectos, los que más me avergüenzan y duelen, y eso en mi mundo es un gesto total de entrega.

En mi defensa puedo decir, que yo sólo quería acariciarte el pelo.
Porque tenes un abismo en tu sonrisa, y ahí me quiero lanzar sin mirar.
Mientras el mundo de mi ombligo busca tu lengua.
No dejas de ser ese deseo inagotable, insuficiente, que siempre quiero más y necesito, ansío y me enloquece imaginar.

A ésta hora el deseo de mis dientes hace estragos en mi imaginación de pensar en tu cuello. Se vuelve insoportable.
Si supieras el deseo desesperado que tengo por rozar tu boca, no dudarías un instante en venir a buscarme y hacer arte en mis labios.
Tantas galaxias y yo enamorada de la más real e insondable.

M. C.

Es

Tiene una manera particular, una manera complejamente sencilla de apreciar la vida, los suspiros, la tristeza y las risas.
Sabe arreglar desastres, propios y ajenos tan sólo con su mirada.
Tiene las palabras exactas, justas y precisas que uno ansia escuchar para calmar tormentas, para aliviar tempestades.
Le gusta caminar descalzo, tomar mate mientras escucha a Cerati y se encuentra con él mismo.
Tiene cicatrices, como tenemos todos, y cuando uno lo lee, cuando uno puede leer más allá de esa caravana de palabras siente en la piel, que le brotan del cuerpo, del alma.
Con su voz puede construir castillos sobre nubes que con su simple melodía te sacan a pasear.
Sus valores, sus ideales, sus convicciones, sus amores generan unas lindas cosquillas.
Se levanta tarde, bate un café y jamás se peina, lo que lo hace mucho más lindo de lo que ya es.
Tiene una mirada con un dejo de tristeza, pero profunda como un mar, que invita a sumergirte.
Tiene la sonrisa más linda en la que desesperé habitar.
Es una de esas personas que dan ganas de abrazar. Abrazar hasta que salga la luna, y vuelva a amanecer.
Detrás de esa fragilidad, de esa piel que flaquea, hay un hombre, un hombre con una fortaleza de un gigante digna de admirar.
Romántico, dulce como caramelos. Zigzagueando la cursileria, desparramando jazmines.
Tiene un amor tan grande por los suyos, que los hace propios. Los incorpora a su alma tan sólo con pensarlos, y eso es algo que definitivamente conmueve.
Es de esas personas que tienen una seducción innata, que destilan atracción, mucho más allá de su belleza.
Sus letras se impregnan en cada rincón de uno, cada palabra que le sale del pecho directo sobre un papel, bellas palabras, tristes palabras, fuertes palabras, seductoras palabras, enormes palabras. Mágicas palabras.
Posee una inteligencia, sobretodo emocional, que permite poder compartir huracanes de sentimientos, y que la empatia sincronice a modo de canciones. Y se permite llorar, sin pudor ni fragilidad, cuando siente ese desborde de lágrimas.
Maestro de la cocina, uno de los lugares dónde deja fluir su arte, disfrutando de cada aroma que sale de ella.
Le genera placer el disfrutar un domingo entre casa, oler libros nuevos y tierra mojada.
Su corazón, es del tamaño de un verdadero gigante, y no necesita que lo arreglen, lo sanen ni le cosan heridas. Sólo necesita una tranquilidad interna, que la tiene, sólo que todavía no la halló del todo.
Tiene arte. En su boca, en su voz, en sus letras, en sus ideales, en sus amores, en sus manos, en su alma, en su risa, e incluso en su tristeza. Te llena los bolsillos de su arte.
Sus letras, su voz, su mirada de las cosas, su manera de moverse son mi zona de confort.
Lo describo. Cómo puedo. Cómo me sale. Cómo intuyo. Cómo siento. Cómo lo vivo. Cómo lo quiero. Aunque todavía sus ojos no se hayan posado un ratito sobre mi. Aunque no haya rozado aún sus manos ni su pelo.

M. C.

Quemarse

Quemarse en su piel.
Bucear en su lengua.
Perderse en sus ideas.
Morder su cuello.
Bailar con su voz.
Admirar su grandeza.
Tocar su boca.
Oler sus miedos.
Arder en sus dedos.
Zambullirse en sus ojos.
Emborracharse con su sonrisa.
Mirar, mirar y no parar de mirarlo.
Abrazar sus dudas.
Delinear sus lunares.
Frotar su calidez.
Rozar sus letras.
Coincidir en su orgasmo.
Adoptar su mirada.
Caber en su pelvis.
Crearlo en mi boca.
Imaginarme en su dormitorio.
Oírlo leerme su arte.
Jugar con su pelo.
Fantasear en su vida.
Pensarlo pegado a mi espalda.
Volver a tocar su boca.
Demoler sus fantasmas.
Adherirse a su pecho.
Beber su pasión.
Sentir sus dientes en mi nuca.
Verlo feliz y sentir placer.
Deshojarlo por completo.

M. C.

Desear (te)

Cada fragmento de mi piel le pertenece a una porción de tu boca. Y cualquier porno se queda corta cuando mi cabeza te piensa. Porque mi piel no tiene limites cuando se trata de vos.
Si de hacer desastres con una boca se trata, la tuya es el único destino. Porque anhelo que tenga intimidad con cada lunar de mi piel. Y desespero con la idea de perderme en ese cuello y comenzar un laberinto de besos. Y que vos al morder mi nuca, me muestres tu poesía. Porque sólo vos logras que mi piel se erize con sólo pensar en un arpegio de tus dedos, y que mis gemidos sean producto de tu música.
Haces entrar en cortocircuito a mis mariposas con cada uno de tus acordes. Porque hay entre los dos una frecuencia implícita, que va a llegar haciendo explícito cada deseo de mis dientes.
Lo que me gusta de vos es que sos tan único que cualquiera de mis besos te quedarían perfecto.
No sé lo que quiero, pero todo lo que deseo está formado por partes tuyas.

M. C.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Llueve

Es domingo de madrugada, y llueve allá afuera y acá adentro.
Pienso en tu boca, tu mirada sobre mi piel erizandose, haciéndote un hueco en mi espalda.
Escucho la lluvia caer y no puedo más que imaginarme descubriendo los secretos de tu habitación, entre tus dedos. Y usar tus brazos de abrigo.

Veintitrés textos escritos. Veintitrés veces siendo mi musa, buscandote en cada rincón de la Ciudad.
Fantaseando con la idea de encontrarte, por una simple casualidad, en la que no creo, leyendo con un café en la mano en algún bar. Vos, esas letras, el aroma a café saliendo de tu boca, concentrado en un mundo de páginas de un libro olvidado, viejo.
Y te pienso, tan mío, tan cerca, tan dulce, tan héroe, tan.
Y en ésta noche lluviosa, y en cada noche desde hace ciento ochenta días que mis noches son tuyas, que mi piel te ansía, que mis manos te necesitan y mis miedos quieren que los cuides.

M. C.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Tu manera

Tu manera de cuidarme en detalles, tu manera de jugartela por mi, tu manera de ver y mostrarme mis propias manos.
Tu manera de acercarme a mi misma, de conocerme más, tu manera de quererme. Tu manera de encontrar siempre las palabras justas, tu manera de ponerle colores a mis días.
Tu manera de entregarte a mi, tu manera de seducirme y dejarte atrapar.
Simplemente tu manera.

Te estoy mirando. Te miro leyendo ese libro que tanto te gusta, concentrado, en ese mundo de páginas. Solo vos y las letras, y yo te miro, y no puedo dejar de hacerlo. Te volves tan lindo así, tirado en la cama, tomando un café, y queriendo ser una frase más de aquel libro.
Y de golpe me ves, me ves hipnotizada en tu boca, tus manos, tus letras. Y me lees un párrafo, o intentas, porque a las pocas palabras leídas no aguanto, no soporto éste deseo desesperado de besarte, de comerte la boca, devorar una por una esas palabras de amor.

Cómo tu voz se hace música en mi oído, cómo hablas de lo que querés, de tus ideales, de lo que te gusta y lo que disfrutas.
Incluso cuando dejas de sonreir e imagino que se te frunce el ceño y te tocas el pelo, mientras me decís, distante y serio qué no te gusta y te pone incómodo, y de alguna forma me haces ver mis errores, pero lo haces de tal manera que aprendo. Me aprendo. Te aprehendo.
Incluso en esos momentos, te quiero, te admiro, te deseo, te quiero abrazar y aprenderte detalle a detalle.

M. C.

Él

Estas perdida, cansada, con la cabeza desordenada, con cada rincón lleno de bronca, tristeza y enojo.
Estas dormida, con la boca seca, esperando sin esperar.
Estas detenida en el tiempo, con las manos cansadas, con la esperanza rota.
Y eso se repite, segundo a segundo, rato a rato, pedazo a pedazo.

Y de golpe unos ojos te miran, te miran de una forma que nadie puede observar, incluso sin verte.
Te conoce, te aprende, a vos, a cada detalle tuyo, a cada rincón de lo que sos, y te quiere así, sin peros ni excusas.
Ahí es cuando podes ver que lo que antes no fue, era porque en algún punto del universo, su lugar estaba siendo cuidado, reservado a su boca, a sus palabras, a su voz.

Podía ver en vos eso que tanto no podías hallar. Eso que estaba tapado por escombros, y que él, solo él y su hermosa mirada podían sacar a la luz y mostrartelo.

Generaba en vos una electricidad en la piel, en las manos, un escalofrío que subía por la espalda y hacia estragos en tu nuca.
Y te daba miedo, miedo de ser feliz con él. Esa persona de la que les hablabas a tus ángeles, a tus demonios, a tus manos, a tus antojos, a tu amor.

M. C.