miércoles, 13 de septiembre de 2017

Culpable

Tengo enojo, rabia, impotencia. Tengo reprimidas las lágrimas.
El dolor en el pecho, abre el alma y la parte en pedazos desiguales, pero que todos le pertenecen.
Y hablo de él, pero no para él, porque la decepción me obliga a retraerme, a alejarme a diez pasos. A cien corazonadas. A mil abrazos.
Y quiero llorar, quiero gritar, quiero no ser ésto. Y hoy digo, rehén del enojo, querer no haberlo conocido. Querer olvidar su voz, sus palabras, sus manos, la intimidad, los secretos, su boca, su sonrisa perfecta, su manera de hacerle mimos a mis defectos. Las ganas de amarnos.
Hoy estoy seca, árida, frágil, sucumbida por los nervios y la angustia. Completa y llena de vacío, de una ilusión hecha añicos.
Y ya no quiero su mano. Su mano que me llevó al paraiso y frente al abismo de golpe me soltó, sin importar nada. Dejando caer sueños, ilusiones, palabras, caricias, comprensión, dolor.
Yo soy culpable, de muchas cosas, de haberme equivocado, de apurarme, de tener miedo, de insistir, de querer curar. Pero a veces también me siento culpable de haberme dejado seducir por su voz, su inteligencia, tu particular modo de observar.
De caer en la seducción de una mentira.

M. C.

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