martes, 12 de septiembre de 2017

Es

Tiene una manera particular, una manera complejamente sencilla de apreciar la vida, los suspiros, la tristeza y las risas.
Sabe arreglar desastres, propios y ajenos tan sólo con su mirada.
Tiene las palabras exactas, justas y precisas que uno ansia escuchar para calmar tormentas, para aliviar tempestades.
Le gusta caminar descalzo, tomar mate mientras escucha a Cerati y se encuentra con él mismo.
Tiene cicatrices, como tenemos todos, y cuando uno lo lee, cuando uno puede leer más allá de esa caravana de palabras siente en la piel, que le brotan del cuerpo, del alma.
Con su voz puede construir castillos sobre nubes que con su simple melodía te sacan a pasear.
Sus valores, sus ideales, sus convicciones, sus amores generan unas lindas cosquillas.
Se levanta tarde, bate un café y jamás se peina, lo que lo hace mucho más lindo de lo que ya es.
Tiene una mirada con un dejo de tristeza, pero profunda como un mar, que invita a sumergirte.
Tiene la sonrisa más linda en la que desesperé habitar.
Es una de esas personas que dan ganas de abrazar. Abrazar hasta que salga la luna, y vuelva a amanecer.
Detrás de esa fragilidad, de esa piel que flaquea, hay un hombre, un hombre con una fortaleza de un gigante digna de admirar.
Romántico, dulce como caramelos. Zigzagueando la cursileria, desparramando jazmines.
Tiene un amor tan grande por los suyos, que los hace propios. Los incorpora a su alma tan sólo con pensarlos, y eso es algo que definitivamente conmueve.
Es de esas personas que tienen una seducción innata, que destilan atracción, mucho más allá de su belleza.
Sus letras se impregnan en cada rincón de uno, cada palabra que le sale del pecho directo sobre un papel, bellas palabras, tristes palabras, fuertes palabras, seductoras palabras, enormes palabras. Mágicas palabras.
Posee una inteligencia, sobretodo emocional, que permite poder compartir huracanes de sentimientos, y que la empatia sincronice a modo de canciones. Y se permite llorar, sin pudor ni fragilidad, cuando siente ese desborde de lágrimas.
Maestro de la cocina, uno de los lugares dónde deja fluir su arte, disfrutando de cada aroma que sale de ella.
Le genera placer el disfrutar un domingo entre casa, oler libros nuevos y tierra mojada.
Su corazón, es del tamaño de un verdadero gigante, y no necesita que lo arreglen, lo sanen ni le cosan heridas. Sólo necesita una tranquilidad interna, que la tiene, sólo que todavía no la halló del todo.
Tiene arte. En su boca, en su voz, en sus letras, en sus ideales, en sus amores, en sus manos, en su alma, en su risa, e incluso en su tristeza. Te llena los bolsillos de su arte.
Sus letras, su voz, su mirada de las cosas, su manera de moverse son mi zona de confort.
Lo describo. Cómo puedo. Cómo me sale. Cómo intuyo. Cómo siento. Cómo lo vivo. Cómo lo quiero. Aunque todavía sus ojos no se hayan posado un ratito sobre mi. Aunque no haya rozado aún sus manos ni su pelo.

M. C.

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