viernes, 21 de junio de 2013

Las Relaciones

Me dormí a las 5 de la mañana y me desperté a las siete. Solo dos horas dormí, y eso que tomé dos pastillas para relajarme, pero nada. Nada hace efecto.

Pensé acerca de las relaciones.
Una amiga me preguntó "¿Seis meses te parecen mucho o poco tiempo?".
No creo en el tiempo cronológico de las relaciones.
Uno puede estar dos meses, ocho meses, un año, seis años o veinte.
Creo en la intensidad de la relación, la intensidad con que se vive esa relación.

Yo tuve relaciones, formales o no, de mucho tiempo, años y sin embargo, fue más,
mucho más intensa una relación de seis meses.
Se mide en cómo se vive cada situación, la que sea.
En las conversaciones, en el sexo, en las miradas, en los besos, en las risas, en las peleas y llantos, en el extrañar y necesitar, en el pensar en la otra persona, en recordarla y sonreír solo tirado en la cama, en darle todos los gustos, en celar, en miedos, en proyectos, en caricias, en palabras.

Se mide en cómo se vive cada una de esas situaciones con la piel, el corazón, el alma,
el cuerpo, la cabeza, cada extremidad, con la mente, con todo. Eso es intensidad.

Que una caricia o un beso no sólo pueda generar cosas en el cuerpo, sino también en el alma.
Que una palabra pueda llegar a la mente pero también a la piel, a todos los dedos del cuerpo.
Que el necesitar llegue a doler en los huesos.
Que cada proyecto que arman, aún sea inmediato, te de ganas de todo.
Que cada miedo, crezca tanto que te tape y te gane.
Eso es intensidad.

El tiempo cronológico no sirve de nada si esa relación no se vive intensamente.
Puede tener sus riesgos, el no solo vivir lo bueno intensamente, sino también lo malo, pero se VIVE.
Se siente todo con mucha fuerza, ganas, adrenalina, amor, seducción, necesidad, felicidad y tristeza, arrepentimiento, locura sana.

Se ríe con más fuerza y se es completamente feliz cuando se lo hace.
Se hace el amor y se siente con el cuerpo, el alma y la mente.
Se llora con tanto dolor, que la angustia te hace un agujero en el pecho.
Se mira a la otra persona y se sienten tantas cosas en el cuerpo y el corazón que no se pueden explicar.
Se tiene tanto miedo de perder eso, que se deja entrar los miedos a la casa
y dejar que lo tomen a uno de rehén.
Se disfruta tanto la compañía y presencia del otro que lo demás es decoración.
Se vive tan intensamente cada abrazo que uno se olvida que hay un afuera, que hay otros.
Eso es intensidad.

No es locura, no es obsesión, no es enfermedad. Es amor.
Es vivir una relación intensamente, con el cuerpo, el alma y todo lo que uno no creía tener o sentir.
Eso es vivir una relación intensamente. Eso es intensidad.

M.C.

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